viernes, 28 de noviembre de 2008

Desmitificando el arte: obras








Como no sé cómo se ponen en el blog las pongo aquí:

Empezando por abajo...

1. Saturno, de Rubens

2. Desastres de la Guerra, Goya

3. Baile de boda, Brueghel el Viejo

4. Madonna della Sedia, Rafael

5. Los invalidos de la guerra, Otto Dix

Desmitificando el arte


Comienzo un nuevo artículo (ya tocaba…) en donde me centraré más en cuestiones teóricas sobre arte. Hay unas ciertas ideas sobre el arte, sobre qué es realmente, cuáles son las características que lo definen…y muchas de ellas no son plenamente ciertas. Me gustaría desmitificar ciertos pensamientos que se le adjudican y que en general se creen sobre arte, porque es muy fácil poner etiquetas y definiciones, y el arte, para bien o para mal, no las tiene. No se puede definir algo tan subjetivo con cuatro palabras, y en estos próximos artículos intentaré dar nuevas ideas. Todo esto viene a raíz de la asignatura de Teoría del Arte, que para mi sorpresa, me está gustando ya que le encuentro un sentido donde hasta ahora no lo veía.

Espero que esto pueda servir a mucha gente para poder mirar el arte con otros ojos, sin prejuicios ni ideas previas equivocadas!

  1. El arte es belleza y ha de estar relacionado con la belleza

Se suele pensar que las obras de arte tienden a ser “bonitas”, “atractivas”, “bellas”. Que esa es su función y lo que las caracteriza. Que se han creado para hacernos disfrutar de su presencia.

Está claro que hay numerosas obras de arte que son hermosísimas, delicadas, bellas, bonitas también. Pero fijarse sólo en eso es perderse muchas cosas. Y además, qué pasa con las obras de arte que, directamente, no lo son? Y no porque hayan sido juzgadas en base a una opinión subjetiva, sino porque, directamente, nunca han querido serlo. Su autor no pretendía crear belleza, ni armonía; su voluntad era sobrepasar ese límite, hacernos llegar otros sentimientos: miedo, asco, risa, vergüenza… Hay numerosas obras en la historia del arte, muchas más de las que creemos, que no fueron concebidas con la idea de belleza de por medio. Con los ejemplos se entiende mejor, así que expondré unos cuantos:

Saturno devorando a sus hijos, de Goya.

Saturno, de Rubens.

Estas versiones de la historia mitológica de Saturno devorando a sus hijos para así evitar que alguno de ellos lo matase y se quedase con su poder, sorprenden por su agresividad, por su fuerza, por la fiereza que transmiten. En la de Goya el personaje mira al espectador con la locura en sus ojos, comiendo lo que queda de su hijo. En la versión de Rubens, es el niño el que nos intenta llamar la atención con sus gritos desesperados, sus ojos saliendo de las órbitas, mientras su padre le desgarra el pecho. Sorprende ver como dos autores tan reconocidos, que hicieron obras tan bellas como La maja desnuda o Las tres gracias puedan crear a la vez pinturas tan terroríficas. Salvando las distancias de técnica, donde Goya innovó más (lógico, visto las épocas diferentes (s. XIX-s. XVII), las dos obras logran su intención: ser fieles a la historia. Porque al fin y al cabo lo que quieren explicar es una historia terrible: un padre engullendo a sus hijos. No podría ser bella una obra con esta temática…

Sigamos con Goya. Es conocida su serie de Pinturas negras y su serie de gravados Los desastres de la guerra. Especialmente en estas últimas obras Goya pretendía reflejar la crueldad de la guerra, los asesinatos, las torturas… Pretendía ser fiel a la realidad, captarla en todo su sentimiento. Las guerras son crueles e injustas, generan muertes sin piedad, y muchas veces la realidad supera la ficción. El artista simplemente quería reflejar lo que veía, y esto no era agradable a la vista.

Vistos estos ejemplos puede parecer que sólo las obras desagradables, terroríficas, no pretendían crear la belleza, cosa lógica por otra parte. Pero veamos ahora otro ejemplo.

Pieter Brueghel, llamado el Viejo, uno de los pintores flamencos más importantes del siglo XVI, no pretendía reflejar la belleza en sus obras. Él buscaba retratar lo que veía, su sociedad, sus costumbres, y siempre daba un toque humorístico con trasfondo moral a sus pinturas. Por ejemplo, la obra Baile de boda quería reflejar cómo era la boda campesina de la época. Muestra a las personas bailando después de comer y beber, alegres, incluso demasiado cercanas para lo que era la moral de la época. Esto se refleja en las caras un poco deformadas de los personajes y en los movimientos bruscos que hacen. Brueghel no buscaba la belleza, y sin embargo la podemos ver en la representación de esas escenas cotidianas llenas de simbolismo y pequeños detalles.

La belleza puede ser buscada, y encontrada de muchas formas. La madonna Della sedia de Rafael, nos muestra una pintura que seguía exactamente los patrones de lo que era belleza para la Italia del siglo XVI: armonía de personajes, colores suaves, delicadeza… Rafael encontró una muy buena solución al dificultoso marco redondo, donde no se ve la exageración de la postura forzada. Las piernas de la Virgen están colocadas de forma no real, el niño es muy pesado, pero eso apenas se nota ya que el artista ha sabido crear una armonía. Este cuadro pretendía ser bello y lo ha conseguido.

Todos estos ejemplos son de hace mucho tiempo…qué pasa en la actualidad? En el arte contemporáneo la belleza no es, ni de lejos, el objetivo de una obra. Los artistas de vanguardia, a principios del siglo XX, querían desmarcarse de todo el arte anterior, y esto suponía también alejarse de la pretendida idea de belleza clásica de proporciones, formas y colores establecidos. Ellos rompieron moldes y surgieron estilos tan diferentes como el Cubismo, el Expresionismo alemán, el Futurismo italiano, el Constructivismo ruso…donde no pretendían crear belleza.

La belleza, como sabréis, es muy subjetiva y cada época tiene sus gustos. Lo que para los griegos era bello, para los hombres de la Edad Media podía no serlo; las catedrales góticas fueron denigradas por los renacentistas; el rococó fue tachado de superficial por los neoclásicos; el romanticismo era considerado exagerado…

Se ha de ver siempre más allá, no considerar el arte sólo como algo bello de una forma subjetiva y actual, sino intentar ponernos en la piel del artista, de la época, de la sociedad; ver cuáles eran sus ideales de belleza y pensamiento, y , a partir de allí, intentar saber si el objetivo de la obra era ser bella o no.

Espero que os haya servido y nos vemos en el próximo capítulo!